Cuando en el año 2003 se formó el primer tripartito, uno de los objetivos de aquel gobierno fue la elaboración de un nuevo estatuto. En aquel contexto de ilusión, José Luís Rodríguez Zapatero se comprometió a apoyar dicho Estatuto y tras su victoria electoral el 11M, su apoyo fue básico para aprobar el estatuto que luego los catalanes refrendamos.
Cuatro años más tarde, el PSOE ganó de nuevo las elecciones manteniendo una diferencia de 15 escaños sobre el PP. Aunque dicha mayoría se fundamentó en el magnífico resultado obtenido en Cataluña, donde la diferencia de escaños entre PSC-PSOE y PP fue mayor que en el resto del estado (17 escaños), el análisis posterior realizado por el aparato del PSOE y por foros de estudio de su entorno como la Fundación Alternativas, llevó a valorar este hecho en sentido contrario; el PSOE había pagado en las urnas el apoyo a la reforma del Estatuto y por ello no había mejorado el resultado.
Con posterioridad el PSOE fue alejándose de esta política y, de hecho, fue un miembro del constitucional nombrado a propuesta del PSOE quien decantó la balanza para declarar inconstitucional el Estatuto de Cataluña.
Después de un año de la irrupción de Podemos y de que un discurso brillante de su líder nos llevara a albergar grandes esperanzas tanto en el futuro de la política española como en la visión que desde el estado se tenía en cuanto a la posibilidad de que Cataluña pudiera votar si quería ser un país independiente, la realidad se va imponiendo de forma lenta e inexorable y la historia se repite. Así, a medida que las expectativas de un triunfo electoral se van desvaneciendo, el discurso de Podemos referido a los temas tabú de la política española como la república o la independencia de Cataluña va diluyéndose y se parecen cada vez más a los que en su día nos ofreció el PSOE.
Entiendo que es normal que sea así ya que el PP, conociendo su debilidad ideológica en el eje social, ha sabido elaborar una estrategia de la crispación en otros ámbitos como el nacional que pudo con Zapatero y que amenaza a Pablo Iglesias.
Que políticos para mí tan respetables como Joan Coscubiela no sean capaces de anticipar esta situación me parece incomprensible y a pesar de que su aspiración de ganar a la derecha es más que lógica, en este viaje no podré acompañarles.
Antoni Rifà Ros
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