Yo, señores, me siento catalana, y esto es un hecho. Quiero a mi tierra, la tierra de mis hijos, la que me ha visto nacer. Me gustan sus costumbres, sus tradiciones, su lengua, su cultura, sus lugares, su gente. Me gustan los catalanes por su hospitalidad, por su saber estar, por su unidad, por su levantarse ante las adversidades, por su democracia, por su paciencia, por su trabajo, por muchas cosas. Pueden entenderlo o no, pueden respetarlo o no, pero los sentimientos son sentimientos y ya no tienen que ver con política o economía, señores: me siento catalana. Y contra esto, nadie, ni siquiera ustedes, pueden luchar. Soy tan independentista que mi primer apellido es Sánchez y estaré orgullosa de llevarlo en una Catalunya independiente y plural. Soy tan independentista que ya, aunque quisiera, no podría sentirme española porque si me someten me deja de apetecer. Y, créanme, señores, en Catalunya hay mucha gente como yo. Vayan abriendo los ojos y, lo que es más difícil: las mentes.
Yo, señores, me siento catalana, y esto es un hecho. Quiero a mi tierra, la tierra de mis hijos, la que me ha visto nacer. Me gustan sus costumbres, sus tradiciones, su lengua, su cultura, sus lugares, su gente. Me gustan los catalanes por su hospitalidad, por su saber estar, por su unidad, por su levantarse ante las adversidades, por su democracia, por su paciencia, por su trabajo, por muchas cosas. Pueden entenderlo o no, pueden respetarlo o no, pero los sentimientos son sentimientos y ya no tienen que ver con política o economía, señores: me siento catalana. Y contra esto, nadie, ni siquiera ustedes, pueden luchar. Soy tan independentista que mi primer apellido es Sánchez y estaré orgullosa de llevarlo en una Catalunya independiente y plural. Soy tan independentista que ya, aunque quisiera, no podría sentirme española porque si me someten me deja de apetecer. Y, créanme, señores, en Catalunya hay mucha gente como yo. Vayan abriendo los ojos y, lo que es más difícil: las mentes.